R. Et cum spíritu tuo.
V. Sursum corda.
R. Habémus ad Dóminum.
V. Grátias agámus Dómino, Deo nostro.
R. Dignum et iustum est.
Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: Qui cum unigénito Fílio tuo, et Spíritu Sancto, unus es Deus, unus es Dóminus: non in uníus singularitáte persónæ, sed in uníus Trinitáte substántiæ. Quod enim de tua gloria, revelánte te, crédimus, hoc de Fílio tuo, hoc de Spíritu Sancto, sine differéntia discretiónis sentimus. Ut in confessióne veræ sempiternáeque Deitátis, et in persónis propríetas, et in esséntia únitas, et in majestáte adorétur æquálitas. Quam laudant Angeli atque Archángeli, Chérubim quoque ac Séraphim: qui non cessant clamáre quotídie, una voce dicéntes:
COMUNIÓN Juan 2, 7-11
Dicit Dóminus: "Impléte hýdrias aqua, et ferte architriclíno." Cum gustásset architriclínus aquam vinum factam, dicit sponso: "Servásti bonum vinum usque adhuc." Hoc signum fecit Jesus primum coram discípulis suis.
POSCOMUNIÓN
Augeátur in nobis, quǽsumus, Dómine, tuæ virtútis operátio: ut divínis vegetáti sacraméntis, ad eórum promíssa capiénda, tuo múnera præparémur. Per Dominum nostrum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus, per omnia saecula saeculorum. Amen.
Comentario al Evangelio: JESUCRISTO, EL ESPOSO HA RESERVADO
PARA AHORA EL BUEN VINO
Homilía de San Agustín de Hipona, Obispo y Doctor
II DOMINGO DESPUÉS DE EPIFANÍA
El acudir al Señor como convidado a una boda, de toda significación mística quiso confirmar que él instituyo las bodas. Ya que había de suceder que algunos, de quienes habla el Apóstol, habían de prohibir las bodas, diciendo que era cosa mala el casarse, y el que el diablo las había inventado, siendo así que el mismo Señor dice en el Evangelio: “preguntando si era licito al hombre despedir a su esposa, por cualquier causa” que esto no es licito, excepto por causa de fornicación. En cuya respuesta, podéis recordar que dice: “lo que Dios a unido, no lo separe el hombre”.
Y los que están bien instruidos en la fe católica, saben que Dios instituyo las bodas. Así como la unión es obra de Dios, así el divorcio es obra del diablo. Con todo, en el caso de fornicación, es lícito despedir a la consorte, ya que ella ha sido la primera en no querer ser esposa, no guardando fidelidad conyugal al marido. Débese también tener presente que ni las mismas que consagran su virginidad a Dios, aunque tengan un grado mayor de honor y de santidad en la Iglesia, con todo no carecen de bodas, ya que tienen participación con toda la Iglesia, en aquellas bodas en que Cristo es el esposo.
El Señor asistió como invitado a las bodas para confirmar la castidad conyugal, y para revelarnos la significación misteriosa de aquellas bodas; en ellas la persona de Nuestro Señor, estaba figurada por el esposo, a quien se dijo “ha reservado el buen vino para lo último”. En efecto, Jesucristo ha reservado para estos últimos tiempos el buen vino, es decir su Evangelio.