SOLEMNE FUNCIÓN LITÚRGICA DEL VIERNES SANTO
DE LA PASION Y MUERTE DEL SEÑOR
El altar estará del todo desnudo: sin cruz, sin candelabros, sin manteles. Si no hay sacerdotes o diáconos que puedan oficiar esta función, la hará sólo el Celebrante con cuatro clérigos o acólitos. El celebrante y Diácono se revestirán con amito, alba, cíngulo y estola negra. Asimismo el Subdiácono, pero sin estola. Dispuestas todas las cosas, van al altar como en procesión en absoluto silencio.
PRIMERA PARTE.- LAS LECCIONES
Llegados al altar, hacen todos reverencia, y el celebrante, Diácono y Subdiácono se postran en tierra. Los demás estarán de rodillas y profundamente inclinados. Oran todos en silencio, por algún espacio de tiempo. A una señal dada, los que estaban postrados se incorporan, permaneciendo de rodillas. El celebrante de pie con las manos juntas dice:
1º LECTURA Os 6,1-6
Para nuestra salvación se necesita algo más que un simple movimiento de retorno a Dios, superficial y sin duración. Y esto es lo único que pueden ofrecer los hombres por si solos.
No se responde: Deo Gratias.
RESPONSORIO Hab. 3.1-3
Horror de los pecadores ante la presencia de Dios que viene a condenarles.
Terminado el Responsorio, se levantan todos, y el celebrante, de pie, delante del asiento, dice:
ORACION
Terminada esta oración, el subdiácono canta la lección siguiente en tono de epístola.
2º LECTURA Ex 12. 1-11
He ahí la institución de la Pascua antigua. Todos los años en esta fecha, para celebrar su salida de Egipto y el fin de su esclavitud, inmolaban y comían los israelitas “el cordero del paso” en recuerdo de aquel otro por cuya sangre se habían salvado sus padres, al pasar el Ángel castigando a los egipcios.
RESPONSORIO Sal 139, 2-10.14
Súplica de Cristo ante las amenazas de los que buscan su muerte.
LECTURA DE LA PASIÓN Jn 18, 1-40; 19, 1-42.
Se procede inmediatamente al canto o lectura de la Pasión del Señor. Acompañan al canto o lector, dos acólitos sin luces y sin incienso. Puestos los ministros profundamente inclinados delante del celebrante, este les dice con voz clara: Dominus sit in cordibus vestris et in labiis vestris. Los ministros poniéndose rectos, contestan: Amén. Y hecha otra reverencia al altar, van a cantar la Pasión al lado del Evangelio. Si es el mismo Celebrante quién lee o canta la Pasión, inclinándose profundamente en medio del presbiterio dice: Dominus sin in corde meo et in labiis meis. Amén. Sin Dominus vobiscum y sin signarse, se comienza diciendo:
Arrodillados. Pausa en silencio.
No se contesta nada.
SEGUNDA PARTE: ORACIONES SOLEMNES
Terminado el canto de la Pasión, el celebrante y los ministros toman los ornamentos negros. Mientras tanto, dos acólitos extienden un solo mantel sobre el altar, colocando el misal en medio del mismo. Entonces el celebrante va al altar con los Ministros, y besándole en medio, de pie y teniendo delante el libro, empieza las oraciones, acompañándole, a uno y otro lado, los ministros. Primero se enuncia la intención de la oración. Al decirse flectamus genua todos se ponen de rodillas durante unos momentos y a la palabra Levate se ponen todos en pie. Terminada la oración, todos responden: Amen.
Estas oraciones solemnes eran de uso corriente en otro tiempo. En la liturgia romana solo subsisten el viernes Santo, en que adquieren una grandeza excepcional por la proclamación de la universalidad de la redención. Ellas constituyen verdaderamente la “oración de los fieles”
Por la Santa Iglesia
Por el Sumo Pontífice
Por todos los grados del clero y los fieles de toda condición
Por los jefes de Estado
Por los que se van a bautizar
Por las necesidades de los fieles
Por la unidad de la Iglesia
Por la conversión de los judíos
Oremus et pro perfidis Judæis: ut Deus et Dominus noster auferat velamen de cordibus eorum; ut et ipsi agnoscant Jesum Christum, Dominum nostrum. (Non respondetur ‘Amen’, nec dicitur ‘Oremus’, aut ‘Flectamus genua’, aut ‘Levate’, sed statim dicitur:) Omnipotens sempiterne Deus, qui etiam judaicam perfidiam a tua misericordia non repellis: exaudi preces nostras, quas pro illius populi obcæcatione deferimus; ut, agnita veritatis tuæ luce, quæ Christus est, a suis tenebris eruantur. Per eundem Dominum nostrum Jesum Christum Filium tuum, qui tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus: per omnia sæcula sæculorum. Amen.
Traducción al castellano: Oremos también por los pérfidos judíos, para que Dios Nuestro Señor aparte el velo de sus corazones, de modo que ellos también reconozcan a Cristo Nuestro Señor (No se responde “Amén”, ni se dice “Oremos”, ni “Arrodillémonos” o “En pie”, sino que inmediatamente se dice:) Omnipotente y sempiterno Dios, Tú que no excluyes de tu Misericordia ni siquiera a los pérfidos judíos, escucha nuestras preces, que te dirigimos por la obcecación de aquel pueblo; de tal modo que, conocida la Verdad de tu Luz, que es Cristo, salgan de sus tinieblas. Por el mismo Cristo Nuestro Señor, Hijo tuyo, que vive y reina en la Unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Por la conversión de los infieles
TERCERA PARTE:
SOLEMNE ADORACION DE LA SANTA CRUZ
Esta ceremonia nos viene de Jerusalén, donde el Viernes Santo, se presentada a la veneración de los fieles la verdadera cruz, sobre la cual fue crucificado Cristo. El pueblo acudía a prosternarse ante ella y besarla con respeto. En la liturgia latina se comienza por la presentación solemne de la cruz. Ha estado velada todo el Tiempo de Pasión. El diacono, con dos acólitos portadores de cirios encendidos, va a buscarla a la sacristía. Cuando entran en el presbiterio, el celebrante sale a su encuentro con el subdiácono y recibe la cruz, en medio, ante el altar. El celebrante descubre en tres etapas; primero, lo alto de la cruz; después, uno de los brazos; finalmente, la cruz entera. A medida que aparece, el celebrante, en un principio al pie del altar y al lado de la epístola, después sobre las gradas, finalmente en medio del altar, la levanta ente la mirada de los fieles, cantando:
A continuación se arrodilla y adora en silencio durante unos minutos.
Después de esta triple ostension de la cruz, dos acólitos la tiene en pie ante el altar. El celebrante se descalza y, partiendo de la entrada del presbiterio, se dirige a ella hacienda sucesivamente tres genuflexiones, para terminar besando los pies del crucificado. Detrás del celebrante, hacen lo mismo los ministros, el clero y los monaguillos.
Luego llevan la cruz dos acólitos, acompañados por otros dos cirios encendidos a la entrada del presbiterio, donde los fieles la adoran, pasando procesionalmente ante ella los hombres primero, después las mujeres y haciendo una sola genuflexión.
IMPROPERIOS
Durante la adoración de la cruz se cantan los “improperios”. Los improperios o reproches del Crucificado, más bien que reproches, son una invitación a que volvamos a Dios, por el recuerdo de los beneficios pasados y, lo demás que sigue; el celebrante, ministros sagrados, acólitos y todos los que han adorado la santa Cruz, escuchan sentados.
El canto continua mientras dure la adoración.
ANTIFONA 2
CRUX FIDELIS
Se canta, en fin, la estrofa Crux fidelis, de la que se toman alternando la primera y la segunda parte, después de cada estrofa del himno Pange lingua. Siempre se termina con la última estrofa.
CUARTA PARTE: COMUNION
Se coloca la cruz en medio del altar, entre dos cirios encendidos. El celebrante y sus ministros revisten ornamentos morados. El diácono trae al monumento la Eucaristía, precedido de dos acólitos con cirios encendidos, mientras se cantan las antífonas.
El diacono deposita en el altar la Eucaristía y los acólitos, sus cirios. El celebrante reza en alta voz el PATER.
PATER NOSTER
El celebrante, y con el TODOS los presentes, clérigos y fieles, rezan, en latín solemne, grave y distintamente, como plegaria para la comunión.
EMBOLISMO
El celebrante, solo, con voz clara y distinta dice:
COMUNIÓN DEL SACERDOTE
El celebrante reza por lo bajo:
Descubre entonces la píxide, y, hecha genuflexión, toma una hostia y, profundamente inclinado, golpeándose el pecho, dice tres veces como se acostumbra: Dominus, non sum dignus. Y comulga como habitualmente diciendo Corpus Domini…
COMUNIÓN DE LOS FIELES
A continuación distribuye la comunión al clero y a los fieles de la manera acostumbrada. La Iglesia desea que todos se acerquen a la sagrada mesa. De esta manera, después de haber evocado la muerte del Señor y rendido homenaje a su cruz, los fieles participan más aun de los frutos de la redención por medio de la comunión sacramental.
ORACIONES FINALES
Después de haber comulgado los fieles, el celebrante, en el centro del altar, dice en acción de gracias las siguientes oraciones:
El Celebrante y todos los ministros bajan del Altar y hecha la genuflexión, vuelven a la Sacristia. De forma privada, se reserva el Santísimo; y se desnuda el altar.
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