miércoles, 30 de noviembre de 2022
MEDITACIÓN PARA EL MIÉRCOLES DE LA PRIMERA SEMANA DE ADVIENTO: Feliz el justo, porque el bien es para él: comerá del fruto de sus obras (Isaías 3,10)
CATEQUESIS LITURGICA SOBRE EL ADVIENTO ( y III ): PRÁCTICA DEL ADVIENTO
PROPIOS DE LA MISA DE LA FIESTA DE SAN ANDRES APOSTOL
Día 30 de noviembre
SAN ANDRES, APÓSTOL
II clase, rojo
Gloria, Credo y prefacio de los Apóstoles
ELOGIO DEL MARTIROLOGIO ROMANO
En Patras de Acaya, el triunfo de san Andrés Apóstol, que predicó el sagrado Evangelio de Cristo en Tracia y Escitia. Preso por el Procónsul Egea fue primero encerrado en una cárcel; luego, azotado cruelísimamente y, por último, clavado en una cruz, sobrevivió en ella dos días, enseñando al pueblo; y habiendo rogado al Señor no permitiese que le quitaran de ella, cercóle un gran resplandor del cielo, y al desaparecer poco después, entregó su espíritu.
A continuación os ofrecemos los propios de la Santa Misa
INTROITO Salmo 138, 17; 1-2
Se dice Gloria
EPÍSTOLA Romanos 10, 10-18
Lección de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos.
Hermanos: Con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con los labios se profesa para alcanzar la salvación. Pues dice la Escritura: Nadie que crea en él quedará confundido. En efecto, no hay distinción entre judío y griego, porque uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan, pues todo el que invoque el nombre del Señor será salvo. Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído?; ¿cómo creerán en aquel de quien no han oído hablar?; ¿cómo oirán hablar de él sin nadie que anuncie?. Y, ¿cómo anunciarán si no los envían? Según está escrito: ¡Qué hermosos los pies de los que anuncian la Buena Noticia del bien! Pero no todos han prestado oídos al Evangelio. Pues Isaías afirma: Señor, ¿quién ha creído nuestro mensaje? Así, pues, la fe nace del mensaje que se escucha, y la escucha viene a través de la palabra de Cristo. Pero digo yo: ¿Es que no lo han oído? Todo lo contrario: A toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los confines del orbe sus palabras.
GRADUAL Salmo 44, 17-18
Constítues eos príncipes super omnem terram: mémores erunt nóminis tui, Dómine. V. Pro pátribus tuis nati sunt tibi fílii: proptérea pópuli confitebúntur tibi
ALELUYA
Allelúia, allelúia.V. Diléxit Andréam Dóminus in odórem suavitátis. Allelúia.
EVANGELIO Mateo 4, 18-22
En aquel tiempo iba Jesús paseando junto al mar de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, llamado Pedro, y a Andrés, que estaban echando la red en el mar, pues eran pescadores. Les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y pasando adelante vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, su hermano, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre, y los llamó. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.
Se dice Credo
OFERTORIO Salmo 138, 17
Mihi autem nimis honoráti sunt amíci tui, Deus: nimis confortátus est principátus eórum.
SECRETA
Sacrificium nostrum tibi, Dómine, quǽsumus, beáti Andréæ Apóstoli precátio sancta concíliet: ut, in cuius honóre sollémniter exhibétur, eius méritis efficiátur accéptum. Per Dóminum nostrum Iesum Christum, Fílium tuum: qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti Deus, per ómnia sǽcula sæculórum.
Se hace conmemoración de la feria de la I semana de Adviento
Haec sacra nos, Dómine, poténti virtúte mundátos, ad suam fáciant purióres veníre princípium. Per Dóminum nostrum Iesum Christum, qui tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti Deus
PREFACIO DE APÓSTOLES
V. Dóminus vobíscum.
R. Et cum spíritu tuo.
V. Sursum corda.
R. Habémus ad Dóminum.
V. Grátias agámus Dómino, Deo nostro.
R. Dignum et iustum est.
Vere dignum et iustum est, æquum et salutáre: Te, Dómine, supplíciter exoráre, ut gregem tuum, Pastor ætérne, non déseras: sed per beátos Apóstolos tuos contínua protectióne custódias. Ut iísdem rectóribus gubernétur, quos óperis tui vicários eídem contulísti præésse pastóres. Et ídeo cum Angelis et Archángelis, cum Thronis et Dominatiónibus cumque omni milítia cœléstis exércitus hymnum glóriæ tuæ cánimus, sine fine dicéntes:
COMUNIÓN Mateo 4,19-20
Veníte post me: fáciam vos fíeri piscatóres hóminum; at illi contínuo, relíctis rétibus, secúti sunt Dóminum.
POSCOMUNIÓN
Súmpsimus, Dómine, divína mystéria, beáti Andréæ Apóstoli festivitáte lætántes: quæ, sicut tuis Sanctis ad glóriam, ita nobis, quǽsumus, ad véniam prodésse perfícias. Per Dóminum nostrum Iesum Christum, Fílium tuum: qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti Deus, per ómnia sǽcula sæculórum. Amen.
Se hace conmemoración de la feria de la I semana de Adviento
Suscipiamus, Dómine, misericórdiam tuam in médio templi tui: ut reparatiónis nostræ ventúra solémnia congruis honóribus præcedámus. Per Dóminum nostrum Iesum Christum, qui tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti Deus, per omnia saecula saeculorum. Amen.
NOVENA EN HONOR A LA INMACULADA CONCEPCION DE MARIA SANTISIMA, PATRONA DE ESPAÑA: DIA 2
martes, 29 de noviembre de 2022
MEDITACIÓN PARA EL MARTES DE LA PRIMERA SEMANA DE ADVIENTO: De Sión saldrá la Ley y de Jerusalén la palabra del Señor (Isaías 2,3)
CATEQUESIS LITURGICA SOBRE EL ADVIENTO (II): MISTICA DEL ADVIENTO
COMENZAMOS LA NOVENA EN HONOR A LA INMACULADA CONCEPCION DE MARIA SANTISIMA, PATRONA DE ESPAÑA
DÍA PRIMERO - 29 DE NOVIEMBRE
MEDITACIÓN: «Fui creada desde el principio, antes de todos los siglos» (Eclesiástico 24, 14).
Contemplad, almas, cómo habiendo llegado al trono de la Beatísima Trinidad las humildes deprecaciones de Señor San Joaquín y Señora Santa Ana, Padres de María Santísima, se determinó en aquel Divino Consistorio dar cumplimiento a sus deseos, y así determinó Dios Uno y Trino, llegada la plenitud de los tiempos y el momento de cumplir el plan de la Redención, manifestarlo al Arcángel San Gabriel en esta forma: «Gabriel, ilumina, vivifica y consuela a Joaquín y Ana, nuestros siervos, y diles que sus oraciones llegaron a nuestra presencia, y sus ruegos son oídos de nuestra clemencia. Promételes que recibirán fruto de bendición con el favor de nuestra diestra, y que Ana concebirá y dará a luz una hija, a quien le damos por nombre MARÍA». Contemplad cómo con esta determinación descendió al punto el Arcángel en forma humana, más refulgente y hermoso que el sol, y se les apareció a los padres dichosos de María Santísima, y les anunció la Concepción dichosa de esta Divina Niña, advirtiéndoles que era en todo maravillosa esta embajada, pues la Hija que había de concebir había de ser grande, escogida, poderosa, llena del Espíritu Santo, y que su Concepción alegraría al Cielo y la tierra.
ORACIÓN PARA EL DÍA PRIMERO
¡Oh Soberanos Señores míos y esclarecidos Santos Joaquín y Ana! Todos los que hemos empezado esta novena en honra de la Concepción de vuestra Santísima Hija María, nuestra Señora, os damos mil parabienes del feliz anuncio que os dio el Santo Arcángel y gozándonos de vuestro gozo, os suplicamos humildemente nos alcanceis de la Santísima Trinidad, purifique nuestras conciencias con sus divinos auxilios, para que concibamos pensamientos, palabras y obras libres de toda impureza, que dignamente prosigamos esta novena, y alcanzadnos de vuestra Santísima Hija y Señora nuestra, las especiales súplicas que en ella le hacemos, para que purificados en esta vida le sirvamos fieles, y en la otra para siempre le alabemos. Amén.
lunes, 28 de noviembre de 2022
MEDITACIÓN PARA EL LUNES DE LA PRIMERA SEMANA DE ADVIENTO: Lavaos, purificaos, apartad de mis ojos vuestros malos pensamientos (Isaías 1,16)
Lavaos, purificaos, apartad de mis ojos vuestros malos pensamientos; dejad de hacer el mal, aprended a practicar el bien, buscad lo que es justo, ayudad al oprimido; haced justicia al huérfano, amparad a la viuda. Y entonces venid y argüidme, dice el Señor: aunque vuestros pecados os hayan puesto como la escarlata, quedaréis blancos como la nieve; y aunque estuviéreis rojos como la púrpura, os volveréis blancos como la lana (Isaías, I, 16-18.)
El Señor, que bajará enseguida para salvarnos, nos invita no sólo a prepararnos para aparecer en su presencia, sino también a purificar nuestras almas. “En justo, dice San Bernardo en su Sermón VI del Adviento, que el alma que había caído la primera, sea también restaurada la primera. Dejemos, pues, el cuidado del cuerpo hasta el día en que venga Jesucristo a reformarlo por la Resurrección; y así en el primer Advenimiento nos dice el Precursor: He ahí el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo.
No dice las enfermedades del cuerpo, ni las flaquezas de la carne, sino los pecados, que son las enfermedades del alma y la corrupción del espíritu. ¡Oh cuerpo!, guárdate, por tanto, de anticipar el tiempo. Puedes estorbar la salvación del alma, pero no puedes lograr la tuya propia. Consiente, pues, que trabaje el alma para sí, y aun procura cooperar con ella; porque si participas de sus sufrimientos, también participarás de su gloria. Cuanto más retrases su renovación, tanto más retrasas la tuya; pues hasta que Dios no vea su imagen reformada en el alma, tampoco tú serás regenerado.”
Purifiquémonos, pues, cristianos; practiquemos las obras del espíritu y no las de la carne. La promesa del Señor es bien explícita: El reemplazará los vivos colores de nuestros pecados por la más deslumbrante blancura. Sólo una cosa nos pide: que cesemos de cometer el pecado. Dejad de hacer el mal, dice, y después, venid y hablaremos. ¡Oh Salvador!, queremos aprovecharnos de tus consejos, desde el comienzo de este santo tiempo. Queremos comenzar en paz contigo, sometiendo la carne al espíritu, reparando nuestras injusticias para con nuestros hermanos y haciéndote oír la voz de nuestro arrepentimiento, en lugar del tumulto de nuestros pecados que desde hace tiempo molesta tus oídos.
CATEQUESIS LITURGICA SOBRE EL ADVIENTO (I): HISTORIA DEL ADVIENTO
A continuación os ofrezco esta catequesis litúrgica sobre este tiempo de Adviento de la mano del liturgista benedictino dom Prospero Gueranger.
CATEQUESIS LITÚRGICA DE ADVIENTO I: HISTORIA DEL ADVIENTO.
SU NOMBRE
En la Iglesia latina, se da el nombre de Adviento al tiempo destinado por la Iglesia para preparar a los fieles a la celebración de la fiesta de Navidad, aniversario del Nacimiento de Jesucristo. El misterio de este gran día merecía sin duda el honor de un preludio de oración y penitencia: pero es imposible determinar de una manera cierta la época en que fue instituido este tiempo de preparación, que sólo más tarde recibió el nombre de Adviento .
El Adviento se puede considerar bajo dos puntos de vista diferentes: como un tiempo de preparación adecuadamente dicha al Nacimiento del Salvador, por medio de prácticas de penitencia, o como un conjunto de oficios eclesiásticos, organizado con el mismo fin. Ya desde el siglo v nos hallamos con la costumbre de hacer exhortaciones al pueblo para prepararle a la fiesta de Navidad; hasta nos quedan dos sermones de San Máximo de Turín sobre este objeto, sin mencionar otros muchos atribuidos antiguamente a San Ambrosio ya San Agustín, y que parecen ser de San Cesáreo de Arlés. Aunque monumentos no nos precisan todavía la duración y los ejercicios que se practicaban en este santo tiempo, al menos nos es dado ver en ellos la antigüedad de una práctica que señala con predicaciones especiales el tiempo de Adviento. San Ivo de Chartres, San Bernardo y algunos otros doctores de los siglos XI y XII nos han dejado sermones especiales de Adventus Domini, completamente distintos de las Homilías dominicales sobre los Evangelios de este tiempo. En las Capitulares de Carlos el Calvo, del año 846, los Obispos advirtieron a este príncipe que no deben alejarlos de sus Iglesias durante la Cuaresma, ni durante el Adviento so pretexto de asuntos de Estado o de alguna expedición militar, porque ellos tienen deberes particulares que cumplirá durante ese tiempo, sobre todo el de la predicación.
Un antiguo documento donde se encuentran precisos ya el tiempo y las prácticas del Adviento, aunque de manera poco clara todavía, es un pasaje de San Gregorio de Tours, en el segundo libro de su Historia de los Francos en el que cuenta que San Perpetuo, uno de sus predecesores que ejercía su carga hacia el año 480, había determinado que los fieles debían ayunar tres veces a la semana, desde la fiesta de San Martín hasta Navidad . ¿Estableció San Perpetuo, por esta ordenación, una nueva observancia o sencillamente sancionaba una ley ya establecida? Imposible determinarlo hoy día con exactitud. Notemos solamente que existe un período de cuarenta días o más bien de cuarenta y tres días expresamente señalado y consagrado a la penitencia como otra Cuaresma, aunque menos rigurosa.
Poco después nos hallamos con el canon nueve del primer concilio de Macón, celebrado en 583, el cual ordena que durante el mismo intervalo de San Martín hasta Navidad, deberá ayunarse los lunes, miércoles y viernes y que se celebrará el sacrificio según el rito de la Cuaresma. Algunos años antes, el segundo Concilio de Tours, celebrado en 567, obligaba a los monjes a ayunar desde principios del mes de diciembre hasta Navidad. Esta práctica penitencial se desarrollará pronto a toda la cuarentena, obligatoriamente también para los fieles, dándosele vulgarmente el nombre de Cuaresma de San Martín. Las Capitulares de Carlomagno, en el libro sexto, no dejan lugar a duda; y Rabano Mauro asegura lo mismo en el segundo libro de su Institución de los Clérigos. Hasta se hacían regocijos particulares en la fiesta de San Martín.
CAMBIOS EN LA OBSERVANCIA
La obligatoriedad de esta Cuaresma, que naciendo de una manera casi imperceptible había llegado a crecer en lo sucesivo hasta llegar a ser una ley sagrada, se fue relajando poco a poco; los cuarenta días desde San Martín a Navidad quedaron convertidos en cuatro semanas. Ya hemos visto que la práctica de este ayuno había nacido en Francia; de allí se había extendido por Inglaterra, según sabemos por la Historia del Venerable Beda; por Italia, como consta por un diploma de Astolfo rey de los Lombardos (f 753); por Alemania y España etcétera, como se puede ver por las pruebas que aporta la gran obra de Don Marténe sobre los antiguos Ritos de la Iglesia. La primera noticia que encontramos sobre la reducción del Adviento a cuatro semanas parece ser la carta del Papa San Nicolás I a los Búlgaros que data del siglo IX. El testimonio de Ratiero de Verona y de Abdón de Fleury, autores del mismo siglo, sirve también para probar que el acortamiento del ayuno del Adviento era en aquellos días cuestión candente. Es cierto que San Pedro Damián, en el siglo XI, supone todavía que el ayuno del Adviento duraba cuarenta días, y San Luis, dos siglos más tarde, también lo observaba; pero tal vez este Santo lo practicaba así por una devoción particular.
La disciplina de las Iglesias occidentales, después de haber reducido la duración del ayuno de Adviento, terminó por transformarlo en una simple abstinencia; y aun se dan Concilios desde el siglo XII, como el de Seligenstadt en 1122, que parece no obligar con la abstinencia más que a los clérigos. El Concilio de Salisbury, en 1281 parece que no lo preceptúa sino para los monjes. Por otra parte es tal la confusión sobre esta materia, sin duda debido a que las Iglesias de Occidente no lo hicieron objeto de una disciplina uniforme, que Inocencio III, en su carta al Obispo de Braga, afirma que la práctica del ayuno todo el Adviento, se conservaba todavía en Roma en su tiempo, y Durando, en el mismo siglo XIII y en su “Rationale” asegura de la misma manera que el ayuno era continuo en Francia durante todo el curso de este santo tiempo.
Sea lo que fuere, esta costumbre fué cayendo en desuso poco a poco, de suerte que hacer todo lo que le fue dado al Papa Urbano V en 1362 para detener su exposición completa, fue obligar a todos los clérigos de su corte a guardar la abstinencia del Adviento, sin hacer mención alguna del ayuno y sin constreñir de ningún modo con esta ley a los demás clérigos y mucho menos a los laicos. San Carlos Borromeo trató también de resucitar en su pueblo milanés, el espíritu, si no la práctica de los tiempos antiguos. En su cuarto Concilio obligó a los sacerdotes a que exhortasen a los fieles a comulgar al menos todos los domingos de Cuaresma y del Adviento, y dirigió también a sus diocesanos una carta pastoral, en la que, después de recordar las disposiciones con que se debe celebrar este santo tiempo, utilizados de animarles a ayunar por lo menos los lunes, miércoles y viernes de cada semana de Adviento. Finalmente Benedicto XIV, siendo todavía Arzobispo de Bolonia, y queriendo seguir tan gloriosas huellas, dedicó su undécima Institución Eclesiástica a despertar en el espíritu de sus fieles la elevada idea que los cristianos de otros tiempos tenían del santo tiempo de Adviento, ya combatir un prejuicio existente en aquella región y que consistía en creer que el Adviento concernía sólo a los religiosos y no a los simples fieles. Demuestra que está sostenido, a menos que se refiera solamente al ayuno ya la abstinencia, es verdaderamente temeraria y escandalosa, puesto que no se puede dudar de que existe, dentro de las leyes y usos de la Iglesia universal, un conjunto de prácticas convenientes a preparar a los fieles a la gran fiesta del Nacimiento de Jesucristo.
La Iglesia griega observa todavía el ayuno del Adviento, pero un ayuno mucho más suave que el de la Cuaresma. Se compone de cuarenta días, contando desde el 14 de noviembre, día en que la Iglesia celebra la fiesta del Apóstol San Felipe. Durante este tiempo se guarda abstinencia de carne, manteca, leche y huevos; pero se puede usar el aceite, vino y peces, cosas prohibidas en Cuaresma. El ayuno propiamente dicho no obliga más que siete días de los cuarenta; a todo el conjunto se le da el nombre de Cuaresma de San Felipe. Los griegos justifican estas mitigaciones diciendo que la Cuaresma de Navidad es institución monacal, mientras que la de Pascua es de institución apostólica.
Pero, aunque las prácticas externas de penitencia que consagraban antiguamente el tiempo de Adviento entre los Occidentales, han ido mitigándose poco a poco, de manera que apenas queda vestigio alguno de ellas fuera de los monasterios, el conjunto de la Liturgia de Adviento no ha cambiado , y los fieles deben procurar una verdadera preparación a la fiesta de Navidad, apropiándose su espíritu con esmero.
CAMBIOS DE LA LITURGIA.
La forma litúrgica del Adviento tal cual hoy se conserva en la Iglesia Romana, ha experimentado algunos cambios. San Gregorio (590-604) parece haber sido el primero que compuso este Oficio, que comprendía primeramente cinco domingos, tal como se puede ver en los sacramentarios más antiguos de este gran Papa. A este propósito se puede también afirmar, siguiendo a Amalario de Metz ya Bernón de Reichenau, los cuales a su vez son seguidos en esto por Don Marténe y Benedicto XIV, que el autor del precepto eclesiástico del Adviento pudiera ser San Gregorio, aunque el uso de dedicar un tiempo más o menos largo a la preparación de la fiesta de Navidad sea de uso inmemorial y la abstinencia y el ayuno de este santo tiempo hayan tenido su origen en Francia. Según eso, San Gregorio habría determinado para las Iglesias de rito romano la forma de los Oficios durante esta especie de Cuaresma y sancionado el ayuno que le acompañaba, dejando a pesar de toda cierta libertad a las diversas Iglesias para el modo de practicarlo. Como se ve por Amalario, San Nicolás I, Bernón de Reichenau, Ratiero de Verna etc., a partir del siglo IX y X los domingos habían quedado reducidos a cuatro; es el número que trae también el Sacramentario gregoriano transmitido por Pamelius y que parece haber sido copiado en esa época. Desde entonces no ha variado la duración del Adviento en la Iglesia Romana, habiéndose fijado en cuatro semanas, y cayendo en la cuarta la fiesta de Navidad, a no ser que ésta coincida con el Domingo. Por consiguiente, a la práctica actual se le puede calcular una antigüedad de mil años, al menos por lo que se refiere a la Iglesia romana; ya que existen pruebas de que algunas Iglesias de Francia guardaron la costumbre de las cinco semanas hasta el siglo XIII
Todavía la Iglesia ambrosiana cuenta seis semanas en su Liturgia de Adviento; y el Misal gótico o mozárabe guarda la misma costumbre. En cuanto a la Iglesia galicana, los fragmentos que Dom Mabillon nos ha conservado de su liturgia, nada nos dicen a este propósito, pero es lógico opinar con este sabio, cuya autoridad está corroborada por la de Dom Marténe, que la Iglesia de las Galias seguían en este punto, como en otros muchos, las costumbres de la Iglesia gótica, es decir que la Liturgia de su Adviento se componía también de domingo seis y seis semanas .
Por lo que se refiere a los Griegos, sus Rúbricas para el tiempo de Adviento se pueden ver en las Menees, a continuación del Oficio del 14 de noviembre. No tienen Oficio propio para el Adviento y durante este tiempo tampoco celebran la Misa de Presantificados, como en Cuaresma. Pero, en los Oficios de los Santos que se celebran entre el 15 de noviembre y la dominica más próxima a Navidad, se hacen frecuentes alusiones a la Natividad del Señor, a la Divina Maternidad de María, a la gruta de Belén, etc. El domingo que precede a Navidad, celebran la fiesta que llaman de los Santos abuelos, es decir la conmemoración de los Santos del Antiguo Testamento, con el fin de rememorar el ansia del Mesías. A los días 20, 21, 22 y 23 de diciembre los honran con el título de Ante-Fiesta de Navidad;