DOMINGO
V DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
II clase, verde
Gloria, Credo y prefacio
de la Santísima Trinidad.
EXPLICACIÓN DE LA
LITURGIA DEL DÍA
La Epístola y el Evangelio inculcan fuertemente el
deber de la caridad fraterna. Seremos responsables ante Dios, no sólo de
atentar contra la vida de nuestros hermanos, si lo hacemos, sino también de
toda falta a su respecto. Debemos volver bien por mal y ser en todo tiempo
obradores de paz. Hemos de sufrir, si es necesario, por la justicia y seguir
sin perturbarnos la práctica del bien. Sin esto no hay acceso a Dios.
Nuestras relaciones con Dios ordenan nuestra actitud para con nuestro prójimo.
Nadie es tan bueno como Dios; nadie ama como Dios ama. Por nuestra parte,
también debemos estar llenos de compasión, de amor fraterno y de misericordia.
Procuremos, pues, la felicidad de los demás, ya que se nos ha llamado a poseer
en herencia la felicidad de Dios.
Es el Introito una
ferviente oración que el rey David dirige el Señor para pedirle su auxilio y su
fortaleza. Nosotros, como él, necesitamos también que esta ayuda del cielo para
vencer a nuestros enemigos: el demonio, el mundo y la carne, los cuales hacen
cuanto pueden para apartarnos del amor que le debemos a Dios. Este amor es el
que pedimos en la Colecta de la Santa Misa. Amando a Dios en todas las cosas y
sobre todo, conseguiremos las divinas promesas que exceden cuanto puede desear
el corazón humano. Pero la prueba más sólida de nuestro amor a Dios debe
consistir en la caridad para con nuestros próximos. A ella nos exhorta en
la Epístola el Príncipe de los Apóstoles. La unión y verdadera caridad
fraterna, concordia y la paz, son virtudes del todo indispensables para
conseguir la dicha posible en la presente vida y la felicidad eterna. En el
Evangelio se nos manifiesta claramente la voluntad de Cristo respecto de
nuestra conducta con nuestros próximos. Hemos de amarlos de corazón, hemos de
tratarlos con caridad. Tanto desea Jesús que reine la paz entre los cristianos,
que ni le son gratos los más excelentes dones si salen de un corazón enemistado
con su prójimo. El Dios de la caridad nada quiere tanto como el reinado
del verdadero amor entre los hombres.
PROPIOS DE LA MISA DEL DÍA (Latín y
Castellano)
INTROITO Salmo 26, 7. 9. 1
Exáudi, Dómine, vocem meam, qua clamávi
ad te: adjútor meus esto, ne derelínquas me, neque despícias me, Deus salutáris
meus. V/. Dóminus illuminátio mea, et salus mea,
quem timébo? Glória Patri. Exáudi, Dómine. V/. Glória
Patri et Filio et Spiritui Sancto. Sicut erat in principio et nunc et semper,
et in saecula saeculorum. Amén
Escucha
mi voz, que te llama, Señor; tú eres mi ayudador; no me abandones ni me
desprecies, oh Dios de mi salvación. V/. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a
quién habré de temer? V/. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu
Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
COLECTA
Deus, qui diligéntibus te bona
invisibília præparasti: infúnde córdibus nostris tui amóris afféctum; ut te in
ómnibus et super ómnia diligéntes, promissiónes tuas, quæ omne desidérium
súperant, consequámur. Per Dominum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit
et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus, per omnia saecula saeculorum. Amen.
¡Oh
Dios!, que tienes preparados bienes invisibles a los que te aman, infunde en
nuestros corazones el afecto de tu amor; para que, amándote en todo y sobre
todo, consigamos esas tus promesas, que exceden a todo deseo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos
de los siglos. Amén.
EPÍSTOLA 1 Pedro 3, 8-15
Léctio Epístolæ beáti Petri
Apóstoli.
Caríssimi: Omnes unánimes in oratióne
estóte, compatiéntes fraternitátis amatóres, misericórdes, modésti, humiles:
non reddéntes malum pro malo, nec maledíctum pro maledícto, sed e contrário
benedicéntes: quia in hoc vocáti estis, ut benedictiónem hereditáte
possideátis. Qui enim vult vitam dilígere et dies vidére bonos, coérceat
linguam suam a malo, et lábia ejus ne loquántur dolum. Declínet a malo et
fáciat bonum: inquírat pacem, et sequátur eam. Quia óculi Dómini super justos,
et aures ejus in preces eórum: vultus autem Dómini super faciéntes mala. Et
quis est qui vobis nóceat, si boni æmulatóres fuéritis? Sed et si quid patímini
propter justítiam, beati. Timórem autem eórum ne timuéritis: et non
conturbémini. Dóminum autem Christum sanctificáte in córdibus vestris.
Lectura de la Carta del Apóstol san Pedro.
Carísimos:
Seguid unidos en la oración: sed compasivos, amantes de todos los hermanos,
misericordiosos, modestos, humildes: No volváis mal por mal, ni maldición por
maldición; bendecid, por el contrario, porque a esto sois llamados, a fin de
que poseáis en herencia la bendición. Pues, el que quiere amar la vida, y vivir
días dichosos, refrene su lengua del mal y sus labios de las palabras
engañosas; huya del mal y obre el bien; busque la paz y sígala. Porque Dios
tiene sus ojos sobre los justos, y está pronto a oír sus súplicas; pero mira
con enojo a los que obran mal. Y ¿quién habrá que os pueda hacer daño, si os
empleáis en hacer el bien? Pero si sucede que padecéis algo por amor a la
justicia, sois bienaventurados. No temáis nada de vuestros enemigos, ni perdáis
la paz; mas santificad a nuestro Señor Jesucristo en vuestros corazones.
GRADUAL Salmo 83, 10. 9
Protéctor noster áspice, Deus, et
réspice super servos tuos. V/. Dómine Deus
virtútem, exaudi preces servórum tuorum.
Mira
¡oh Dios!, protector nuestro, a estos tus siervos. V/.
Oh Señor de los ejércitos, escucha las oraciones de tus siervos .
ALELUYA Salmo 20, 2
Allelúja, allelúja. V/. Dómine, in virtúte tua lætábitur rex: et super
salutáre tuum exsultábit veheménter. Allelúja.
Aleluya,
aleluya. V/. ¡Oh Señor!, el rey se alegra de tu
fuerza y tu ayuda le alegra grandemente. Aleluya.
EVANGELIO Mateo 5, 20-24
Sequéntia sancti Evangélii
secúndum Matthǽum.
In illo témpore: Dixit Jesus discípulis
suis: "Nisi abundáverit justítia vestra plus quam scribárum et
pharisæórum, non intrábitis in regnum cælorum. Audístis, quia dictum est
antíquis: non occídes: qui autem occíderit, reus erit judício. Ego autem dico
vobis: quia omnis qui iráscitur fratri suo, reus erit judício. Qui autem
díxerit fratri suo, «raca»: reus erit concílio. Qui autem díxerit «fátue»: reus
erit gehénnæ ignis. Si ergo offers munus tuum ad altáre, et ibi recordátus
fúeris, quia frater tuus habet áliquid advérsum te: relínque ibi munus tuum
ante altáre, et vade prius reconciliáre fratri tuo: et tunc veniens offers
munus tuum."
Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
En
aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos: Si vuestra justicia no es más
cumplida que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los
cielos. Habéis oído que se dijo a los mayores: No matarás, Y quien mate merece
juicio. Pero yo os digo aun más: quien se encoleriza con su hermano, merecerá
juicio, y el que le llame raca, merecerá
juicio del Sanedrín; quien le llame fatuo, merece la gehena del fuego. Si pues,
al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas que tu hermano tiene algo
contra ti, deja allí mismo tu ofrenda ante el altar, y ve primero a
reconciliarte con tu hermano; y después volverás a presentar tu ofrenda.
Se dice Credo
OFERTORIO Salmo 15, 7-8
Benedícam Dóminum, qui tríbuit mihi
intelléctum: providébam Deum in conspéctu meo semper: quóniam a dextris est
mihi, ne commóvear.
Alabaré
al Señor, que se ha hecho mi consejero. Yo tengo al Señor constantemente ante
mis ojos; él está a mi diestra y yo no he de vacilar.
SECRETA
Propitiáre, Dómine, supplicatiónibus
nostris: et has oblatiónes famulórum famularúmque tuárum benígnus assúme; ut,
quod sínguli obtulérunt ad honórem nóminis tui, cunctis profíciat ad salútem.
Per Dominum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitate
Spiritus Sancti, Deus,
Atiende
propicio, Señor, a nuestros ruegos y recibe benigno estas ofrendas de tus
siervos y siervas; para que lo que cada cual ha ofrecido en honor de tu nombre,
les aproveche para su salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo
vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
PREFACIO DE LA SANTÍSIMA
TRINIDAD
Vere dignum et iustum est, æquum et
salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater,
omnípotens ætérne Deus: Qui cum unigénito Fílio tuo, et Spíritu Sancto, unus es
Deus, unus es Dóminus: non in uníus singularitáte persónæ, sed in uníus
Trinitáte substántiæ. Quod enim de tua gloria, revelánte te, crédimus, hoc de
Fílio tuo, hoc de Spíritu Sancto, sine differéntia discretiónis sentimus. Ut in
confessióne veræ sempiternáeque Deitátis, et in persónis propríetas, et in
esséntia únitas, et in majestáte adorétur æquálitas. Quam laudant Angeli atque
Archángeli, Chérubim quoque ac Séraphim: qui non cessant clamáre quotídie, una
voce dicéntes:
EN
verdad es digno y justo, equitativo y saludable, darte gracias en todo tiempo
y lugar, Señor, santo Padre, omnipotente
y eterno Dios, que con tu unigénito Hijo y con el Espíritu Santo eres un solo
Dios, un solo Señor, no en la individualidad de una sola persona, sino en la
trinidad de una sola sustancia. Por lo cual, cuanto nos has revelado de tu
gloria, lo creemos también de tu Hijo y del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción.
De suerte, que confesando una verdadera y eterna Divinidad, adoramos la propiedad
en las personas, la unidad en la esencia, y la igualdad en la majestad, la cual
alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no
cesan de cantar a diario, diciendo a una
voz.
COMUNIÓN Salmo 26, 4
Unam péti a Dómino, hanc requíram: ut
inhábitem in domo Dómini ómnibus diébus vitæ meæ.
Una
sola cosa pido al Señor, y la deseo ardientemente: Habitar en la casa del Señor
todos los días de mi vida.
POSCOMUNIÓN
Quos cælésti, Dómine, dono satiásti:
præsta, quǽsumus, ut a nostris mundémur occúltis, et ab hóstiam liberémur
insídiis. Per Dominum Jesum Christum, Filium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in
unitate Spiritus Sancti, Deus, per omnia saecula saeculorum. Amen.
CONCEDE,
Señor, a los que has alimentado con el don celestial vernos limpios de nuestras
culpas ocultas, y libres de los lazos del enemigo. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
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