*Nota: Las imágenes y el texto están tomados del blog Como Ovejas sin Pastor (al cual podéis acceder fácilmente clicando aquí) de mi buen amigo Juan Diego Ortega Santana
La
Santísima Virgen, Nuestra Señora, se les apareció en seis ocasiones a Lucía,
Francisco y Jacinta, cerca del pueblo de Fátima, Portugal, entre el 13 de mayo
y el 13 de octubre de 1917. En el transcurso de estas apariciones, Nuestra
Señora les dijo a los niños que el Cielo le otorgaría la paz al mundo entero si
sus peticiones por la oración, la reparación y la consagración eran escuchadas
y obedecidas.
“Si hacen lo
que Yo les diga... tendrán paz.”
Nuestra Señora les explicó a los niños que la guerra es un castigo por el pecado, y les advirtió que Dios castigaría la desobediencia del mundo a Su Voluntad con la guerra, el hambre y la persecución en contra de la Iglesia, del Santo Padre y de los fieles católicos. La Purísima Virgen profetizó que Rusia sería el "instrumento de castigo" elegido por Dios que esparciría los errores del ateísmo y del materialismo alrededor de la tierra, fomentando guerras, aniquilando naciones y persiguiendo a los fieles en todas partes.
“Si no
atendieran a mis deseos, Rusia esparcirá sus errores por el mundo promoviendo
guerras y persecuciones contra la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el
Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán aniquiladas.”
En todas sus apariciones en Fátima,
Nuestra Señora hizo énfasis repetidamente en la NECESIDAD DE REZAR EL
SANTO ROSARIO DIARIAMENTE, de llevar impuesto EL BENDITO
ESCAPULARIO DEL CARMEN y de llevar a cabo ACTOS DE REPARACIÓN
Y SACRIFICIOS.
Para impedir el terrible castigo a manos de Rusia, y para convertir a “esa pobre nación”, Nuestra Señora pidió la Consagración solemne y pública de Rusia a Su Corazón Inmaculado, hecha por el Papa y todos los obispos católicos del mundo. Pidió también que los Fieles practicaran una nueva devoción de reparación el primer sábado durante cinco meses consecutivos ("los Cinco Primeros Sábados").
El Mensaje de Nuestra Señora al mundo está contenido en lo que ha venido a llamarse el “Secreto” que Ella le confió a los tres niños videntes en julio de 1917. El Secreto consiste en realidad de tres partes, las dos primeras de las cuales ya han sido públicamente reveladas. La primera parte del Secreto fue una horrorizante visión del infierno “donde van las almas de los pobres pecadores”, y contenía una urgente súplica de Nuestra Señora para llevar a cabo actos de oración y sacrificio para salvar almas. La segunda parte del Secreto profetizó específicamente el estallido de la Segunda Guerra Mundial y contenía la solemne petición de la Madre de Dios, de la Consagración de Rusia, como condición para la paz mundial. También predijo el inevitable triunfo de Su Corazón Inmaculado después de la consagración de Rusia y la conversión de “esa pobre nación” a la Fe Católica.
La última parte del Secreto (a veces llamada el "Tercer Secreto") aún no ha sido dada a conocer realmente, pero fue escrita por Lucía dos Santos, el último viviente de los videntes de Fátima, en 1944 y ha estado en posesión de la Santa Sede desde 1957. Fuentes de información sumamente confiables especulan que esta porción del Secreto se refiere al caos en la Iglesia Católica, prediciendo la Apostasía y la pérdida de la fe que se inició en la sexta década del siglo XX, coincidiendo con la muerte de Pío XII y la Auto-Demolición de la Iglesia con el Concilio Vaticano II.
Para impedir el terrible castigo a manos de Rusia, y para convertir a “esa pobre nación”, Nuestra Señora pidió la Consagración solemne y pública de Rusia a Su Corazón Inmaculado, hecha por el Papa y todos los obispos católicos del mundo. Pidió también que los Fieles practicaran una nueva devoción de reparación el primer sábado durante cinco meses consecutivos ("los Cinco Primeros Sábados").
El Mensaje de Nuestra Señora al mundo está contenido en lo que ha venido a llamarse el “Secreto” que Ella le confió a los tres niños videntes en julio de 1917. El Secreto consiste en realidad de tres partes, las dos primeras de las cuales ya han sido públicamente reveladas. La primera parte del Secreto fue una horrorizante visión del infierno “donde van las almas de los pobres pecadores”, y contenía una urgente súplica de Nuestra Señora para llevar a cabo actos de oración y sacrificio para salvar almas. La segunda parte del Secreto profetizó específicamente el estallido de la Segunda Guerra Mundial y contenía la solemne petición de la Madre de Dios, de la Consagración de Rusia, como condición para la paz mundial. También predijo el inevitable triunfo de Su Corazón Inmaculado después de la consagración de Rusia y la conversión de “esa pobre nación” a la Fe Católica.
La última parte del Secreto (a veces llamada el "Tercer Secreto") aún no ha sido dada a conocer realmente, pero fue escrita por Lucía dos Santos, el último viviente de los videntes de Fátima, en 1944 y ha estado en posesión de la Santa Sede desde 1957. Fuentes de información sumamente confiables especulan que esta porción del Secreto se refiere al caos en la Iglesia Católica, prediciendo la Apostasía y la pérdida de la fe que se inició en la sexta década del siglo XX, coincidiendo con la muerte de Pío XII y la Auto-Demolición de la Iglesia con el Concilio Vaticano II.
PLINIO
CORREA DE OLIVEIRA
Y
LA MIRADA DE NUESTRA
¡Qué
mirada! Ninguna es tan límpida, tan franca, tan pura, tan acogedora. Mientras
más se camina dentro de esa mirada, tanto más atrae hacia un indescriptible
ápice interior y profundo.
Es
precisamente este ápice, donde se conjugan todas las perfecciones, lo que veo
levantarse al fondo de esa mirada. Ápice desde lo alto del cual un imperativo
cristalino, categórico, irresistible, excluye toda forma de mal, por más ligera
y menuda que sea. Puede alguien pasarse la vida entera caminando dentro de esa
mirada, sin llegar jamás a ese ápice.
— ¿Caminata
inútil?— No.
Dentro de
esa mirada no se camina; se vuela. No se pasea; se peregrina. Cuando el
peregrino cierra los ojos, juzga verla a la manera de una luz en lo más
profundo de sí mismo.
Tengo la
impresión de que, si durante toda la vida fuera fiel en ese vuelo, cuando
cierre definitivamente los ojos, esta luz brillará en el fondo de su alma por
toda la eternidad.
Lector; te
invito a que hagas a tu vez esta magnífica peregrinación
dentro de
la mirada de la Virgen. Reza entonces por ti.
Reza por
la Santa Iglesia perturbada y atormentada como nunca.
(Extractos
del artículo publicado en "Folha de Sao Paulo" el 12/ll/'76,
comentando
la Imagen Peregrina de Nuestra Señora de Fátima.)
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