*Nota: Las imágenes y el texto están tomados del blog Como Ovejas sin Pastor (al cual podéis acceder fácilmente clicando aquí) de mi buen amigo Juan Diego Ortega Santana
En el sexto año de
su reinado, en el año 312, el Emperador Constantino se enfrenta contra los
bárbaros a orillas del Danubio. Se considera imposible la victoria a causa de
la magnitud del ejército enemigo.
Una noche
Constantino tiene una visión: en el cielo se apareció brillante la Cruz de
Cristo y encima de ella unas palabras, In hoc signo vinces ("Con
esta señal vencerás"). Tras esta visión, Constantino modificó el
estandarte imperial —el Lábaro— para marchar a la batalla bajo el signo
cristiano del crismón. Hizo construir una Cruz y la puso al frente de su
ejército, que entonces venció sin dificultad a la multitud enemiga. De vuelta a
la ciudad, averiguado el significado de la Cruz, Constantino se hizo bautizar
en la religión cristiana y mandó edificar iglesias en Roma y Trier.
No tardó en enviar a su piadosa madre, Santa Elena, a Jerusalén en busca de la verdadera Cruz de Cristo; esto acaeció alrededor del año 320. Una vez en la Ciudad Santa, la Santa Emperatriz Elena, mandó llamar a los más sabios y hasta se valió de torturas para conseguir la confesión del lugar donde se encontraba la Cruz.
No tardó en enviar a su piadosa madre, Santa Elena, a Jerusalén en busca de la verdadera Cruz de Cristo; esto acaeció alrededor del año 320. Una vez en la Ciudad Santa, la Santa Emperatriz Elena, mandó llamar a los más sabios y hasta se valió de torturas para conseguir la confesión del lugar donde se encontraba la Cruz.
En
el monte donde la tradición situaba el Calvario, encontraron tres cruces
ocultas. Para descubrir cuál de ellas era la verdadera, y siguiendo el consejo
del Obispo de Jerusalén, San Macario, las colocaron una a una sobre un joven muerto
(otras versiones especulan que fuese una mujer gravemente enferma) el cual
resucitó al serle impuesta la tercera, por lo que enseguida todos entendieron
que se trataba de la de Nuestro Señor Jesucristo.
Allí mismo mandaría
edificar Santa Elena la Basílica del Santo Sepulcro, como desagravio por el
templo que habían dedicado a Venus anteriormente y que fue demolido en
pro del cristianismo. A esta ejemplar monarca, debemos también la recuperación
del Huerto de Getsemaní, la construcción de una iglesia cerca de la actual
Basílica de la Natividad, otra sobre el Monte de la Ascensión, así como otros
templos en la región de Palestina.
En Febrero del año 313, y probablemente aconsejado por el Obispo de Córdoba Osio, Constantino promulgó el Edicto de Milán, declarando que se permitiese a los cristianos seguir la fe de su elección. Con ello, se retiraron las sanciones por profesar el Cristianismo, bajo las cuales, muchos habían sido martirizados como consecuencia de las persecuciones a los cristianos y se devolvieron las propiedades confiscadas a la Iglesia.
En Febrero del año 313, y probablemente aconsejado por el Obispo de Córdoba Osio, Constantino promulgó el Edicto de Milán, declarando que se permitiese a los cristianos seguir la fe de su elección. Con ello, se retiraron las sanciones por profesar el Cristianismo, bajo las cuales, muchos habían sido martirizados como consecuencia de las persecuciones a los cristianos y se devolvieron las propiedades confiscadas a la Iglesia.
LA DEVOCIÓN DE LOS MIL JESÚS
Para rezar especialmente hoy
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