martes, 6 de diciembre de 2022

MEDITACIÓN PARA EL MARTES DE LA SEGUNDA SEMANA DE ADVIENTO: "El Señor se compadecerá del Jacob, y escogerá todavía a Israel y les devolverá a su propia tierra" (Isaías 14,1)

 



Su tiempo está próximo a llegar, sus días no se retardarán. Porque el Señor se compadecerá del Jacob, y escogerá todavía a Israel y les devolverá a su propia tierra: los extranjeros se juntarán a ellos y se unirán a la Casa de Jacob. Los pueblos los hospedarán y los llevarán hasta su país; y la Casa de Israel los poseerá como siervos y siervas en la tierra del Señor. Harán cautivos a los que los habían cautivado, y mandarán en sus opresores. Entonces, cuando el Señor te conceda el descanso de tus trabajos, de tus penas y de la dura esclavitud a que habías sido sometido, entonarás este cántico contra el rey de Babilonia, y dirás: ¿Cómo es que desapareció el tirano y terminó la tormenta? ¡El Señor ha hecho añicos el cetro de los malvados, la vara de los opresores! Al que azotaba a los pueblos sin descanso con azotes iracundos, al que oprimía colérico a las naciones, bajo un yugo sin entrañas.

¡Cómo caíste del cielo, oh lucero, hijo de la Aurora! ¡Fuiste arrojado por tierra, tú que en tu corazón decías: “Escalaré los cielos: sobre las estrellas de Dios colocaré mi trono!

Me sentaré sobre el santo Monte al lado del Septentrión. Sobrepujaré la altura de las nubes, seré igual al Altísimo” ¡Pues bien, ahora bajas al infierno, a lo más profundo del abismo! (Isaías XIII, 22; XIV,1-12)


Tu ruina está efectivamente consumada; ¡oh Lucifer! Al rehusar humillarte delante de Dios, fuiste arrojado a los infiernos. Luego, tratando en tu soberbia de hallar compensación a una caída tan profunda, procuraste la ruina del género humano, en odio a Dios y a su obra. Lograste infundir al hijo del polvo la misma soberbia que causó tu degradación. Por tu medio entró el pecado en el mundo y con el pecado la muerte; el género humano parecía una presa abandonada a tu rabia eterna. Obligado a renunciar a tu esperanza de reinar en el cielo, pensabas dominar al menos en el infierno y devorar la creación en cuanto salía de las manos de Dios.

 Pero hoy has sido vencido. Tu reino estaba en el orgullo; sólo a él habrías debido tu corte y tus súbditos; mas he aquí que viene el soberano Señor de todo, a socavar tu imperio en sus mismos fundamentos, dando El mismo ejemplo de humildad a sus criaturas; viene a enseñarla, y no por medio de leyes promulgadas con el aparato deslumbrante del Sinaí, sino practicando El mismo en el silencio, esa divina humildad que parece el único medio de levantar a los caídos por la soberbia. Tiembla ¡Lucifer! Tu cetro va a quebrarse entre tus manos.

En tu altanería desprecias a esta dulce y humilde Virgen de Nazaret, que guarda en silencio el secreto de tu ruina y de nuestra salvación. Desprecias de antemano al Niño que lleva en su seno y que dará a luz dentro de poco. Ten en cuenta que Dios no le desprecia; porque también es Dios, ése Niño que no ha nacido todavía; un solo acto de adoración y de entrega que El haga a su Padre en el seno de María da más gloria a la Divinidad que la que podría arrebatarle todo tu orgullo creciendo eternamente. Aleccionados desde ahora por un Dios sobre el poder del gran remedio de la humildad, los hombres sabrán recurrir a él.

 En vez de alzarse como tú en loco y criminal orgullo, se humillarán con amor y alegría; y cuanto más humildes sean, más se complacerá, Dios en ensalzarlos; cuanto más necesitados se proclamen, tanto más querrá Dios colmarles sus deseos. Nos lo dice la Virgen Santísima en su bello Cántico. ¡Gloria sea a Ella, madre tan dulce para sus hijos, y tan terrible para ti, Lucifer, que te retuerces inútilmente bajo su planta victoriosa!





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.