martes, 13 de diciembre de 2022

MEDITACIÓN PARA EL MARTES DE LA TERCERA SEMANA DE ADVIENTO: " El Señor os espera para perdonaros; se levanta para tener misericordia de vosotros. Porque el Señor es un Dios de justicia; felices los que confían en El." (Isaías 30,18)

 


"El Señor os espera para perdonaros; se levanta para tener misericordia de vosotros. Porque el Señor es un Dios de justicia; felices los que confían en El. ¡Oh pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén, ya no has de tener más llanto! ¡El te perdonará al oír tus gemidos; inmediatamente te escuchará!

Cuando el Señor te haya servido el pan de la angustia y el agua de la tribulación, no se ocultarán los que te instruyen. Tus oídos escucharán la palabra de tus directores: He ahí el camino, seguidle cuando os desviéis a derecha o izquierda.

El te ha de dar la lluvia para la semilla que siembres en la tierra; y el pan que produzca la tierra será suculento y nutritivo. En aquel día pacerán tus ganados en pingües praderas; y los bueyes y los asnos que labran la tierra, comerán el pienso limpio aventado en la era.

Entonces, habrá arroyos y corrientes de agua sobre toda alta montaña y sobre toda colina elevada, en el día de la gran mortandad, cuando las torres se derrumben. Entonces la luna brillará como el sol, y la luz del sol será siete veces mayor, el día en que el Señor ponga un vendaje sobre la herida de su pueblo, y cure las llagas de sus cardenales.

He aquí el nombre del Señor que viene de lejos, montado en cólera sobre cargada nube: Sus labios arrojan ira, su lengua un fuego abrasador. Su aliento es como un torrente desbordado que sube hasta la garganta; para cribar a las naciones en la criba destructora y poner un freno de error en las quijadas de los pueblos." ( Isaías, XXX, 18-21; 23-28.)


Así pues, no lloraremos más, oh Jesús; he aquí que vas a atender nuestros gemidos, y van a verte nuestros ojos, a Ti, nuestro Señor, nuestro Maestro. Si todavía tardas, es para tener misericordia de nosotros pues has puesto tu gloria en perdonarnos. ¡Oh dichoso Reino el tuyo! ¡oh qué fertilidad la de nuestros campos, es decir de nuestras almas, en cuanto tu rocío descienda sobre ellas! ¡oh dulzura y suavidad de nuestro Pan, que serás Tú mismo, oh pan de vida bajado del cielo! ¡oh resplandor luminoso con que has de alegrar nuestros ojos mortales!, el día en que restañes nuestras heridas; venga, púes, cuanto antes este dichoso dia: aproxímése esa radiante noche en que María ha de aligerarse de su divina carga. 

Es tan grande la confianza de nuestros corazones en esa misericordiosa venida, que nos causa menos espanto el pavoroso anuncio de tu Profeta, que, saltando por encima del tiempo con la rapidez de tu palabra, nos anuncia ya la proximidad del día temible en que llegarás de repente, vomitando ira, con los labios indignados, y ia lengua semejante a una llama devoradora. Hoy nos contentamos con esperar, aguardando un Advenimiento completamente pacífico; sénos propicio en el último dia; mas ahora, deja que te digamos con uno de tus piadosos siervos, el venerable Pedro de Celles, en su primer Sermón de Adviento: 

“¡Ven, sí, oh Jesús! pero envuelto en pañales, no en armas; en humildad, no en grandeza; en la cueva, no sobre las nubes del cielo; en los brazos de tu Madre, no sobre el trono de tu Majestad; sobre el pollino, y no sobre los querubines; a nosotros y no contra nosotros; a salvar y no a juzgar; a visitar en paz, y no a condenar en ira. ¡Oh Jesús, si asi vinieres, iremos hacia Ti en vez de huirte!”

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.